Desde hace tiempo que vengo utilizando en mi consulta los suplementos de ajo en pacientes que padecen cistitis crónica secundaria a infección por Escherichia coli (una bacteria que con el tiempo, se ha hecho resistente al tratamiento con antibióticos), y Candida albicans (un hongo) con muy buenos resultados. Uno de los principios activos del ajo recién triturado es la alicina, que tiene una marcada actividad antimicrobiana.
Existen muchos estudios científicos que muestran que el ajo tiene una actividad antibacteriana contra una amplia gama de bacterias Gram-negativas y Gram-positivas, incluyendo cepas multirresistentes como la Escherichia coli; así como una actividad antifúngica, particularmente contra Candida albicans. También tiene una actividad antiparasitaria, que incluye algunos de los principales parásitos intestinales humanos, como la Entamoeba histolytica y Giardia lamblia.
El principal efecto antimicrobiano de la alicina se debe a su reacción química con grupos tiol de diversas enzimas, como el alcohol deshidrogenasa, tiorredoxina reductasa y ARN polimerasa, que pueden afectar el metabolismo esencial de la actividad proteinasa de la cisteína involucrado en la virulencia de los microorganismos.
La amplia gama de efectos biológicos que se han encontrado en la alicina, debería haber impulsado a esta molécula a convertirse en un candidato principal para uso terapéutico. Desafortunadamente, hasta ahora las compañías farmacéuticas no se han interesado en invertir en el desarrollo de esta molécula antimicrobiana. Las razones de esta lamentable situación es que no se pueden presentar patentes de un nutriente como el ajo. Esta no es la primera vez que las consideraciones económicas evitarán que un compuesto natural como el ajo con excelentes propiedades medicinales pueda llegar a aquellos pacientes que podrían beneficiarse.
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