Hace más de 200 años, Samuel Hahnemann, reafirmó empíricamente el principio terapéutico enunciado por Hipócrates y basado en la curación por los semejantes, dando origen a un método terapéutico: “La Homeopatía”.
En el año 1950, el Dr. Hans Heinrich Reckeweg, dio un gran paso adelante con su desarrollo de la homotoxicología, conocido por muchos como “Homeopatía de segunda generación” y fundamentada en bases biomoleculares. Significó la transición hacia un método basado en la inmunoterapia, que nos permite entender más claramente la farmacodinamia de los compuestos homeopáticos.
El principio de similitud, podemos resumirlo en cuanto al hecho de que lo semejante cura a lo semejante, siempre y cuando se utilicen dosis infinitesimales. Se basa en las siguientes premisas:
La mayoría de los componentes que se utilizan en los medicamentos homeopáticos proceden de plantas, minerales, animales e incluso catalizadores. Cuanto más diversa sea la combinación de diferentes tipos de componentes en un compuesto, más adecuado será el medicamento para su utilización en el tratamiento de patologías.
Los medicamentos homeopáticos también se pueden dividir de acuerdo a su modo de acción principal. De esta forma conocemos medicamentos para el drenaje y la detoxificación, inmunomoduladores y, por último pero no por ello menos importantes, medicamentos para el apoyo de células y órganos (soporte orgánico).
Los remedios se prescriben según la Materia Médica. Este es un libro en el que se describen con detalle todas las características de la sustancia, divididas según los diferentes órganos y sistemas sobre los que actúan. También contiene la información que se obtiene de la experimentación patogenética. Estas son pruebas toxicológicas que se realizan en personas sanas, y los síntomas que aparecen después de la exposición repetida a la sustancia se registran en la Materia Médica. Por lo que un paciente que muestra los síntomas que se han registrado con una sustancia puede ser tratado con una dilución homeopática de esa sustancia.
Organotropismo: el medicamento está muy relacionado con el propio órgano. Los medicamentos con efecto organotrópico mantienen el órgano en buen estado, inhiben su degeneración e incluso pueden facilitar su regeneración.
Es fundamental hacer varias precisiones que nos permitan realizar una diferenciación básica entre farmacodinámica alopática y homeopática.
En el fármaco alopático, la respuesta terapéutica está fundamentada en el efecto químico que la sustancia ponderal ejerce sobre el organismo (sobre un receptor a nivel molecular).
Muy diferente es la situación de los fármacos homeopáticos, puesto que al estar fundamentados en el sistema de preparación homeopática, contienen diluciones con dosis bajas o muy bajas de la sustancia inicial. Al estar basados en la “Ley del efecto inverso” de Arndt y Schultz, y en el “Principio de similitud de Hahnemann” es necesario que el individuo sea determinado previamente como “sensible” a esta sustancia; de lo contrario no se presentará el efecto terapéutico evaluado. Esto exige que los criterios de inclusión del paciente objeto del estudio, que se deben efectuar mediante la repertorización homeopática.
Un medicamento químico alopático es un remedio accional, es decir, impone una acción sobre el organismo, en cambio, los medicamentos homeopáticos, la acción no la produce el medicamento, sino el organismo que responde ante el estímulo del medicamento, por lo que el remedio homeopático sería reaccional.
Hace 200 años, Hahnemann postula la teoría de la homeopatía y está descubriendo sin saberlo, una metodología basada en la regulación del sistema inmunitario, solamente que lo hizo cuando no se sabía que las bacterias existían, ni mucho menos que había unas citoquinas o un interferón. Por lo tanto, las explicaciones que se dieron en aquella época para la homeopatía, hoy día para los ojos de la ciencia médica, no sean válidas, aunque no quiere decir que el método no lo fuera.
Los medicamentos homeopáticos de segunda generación utilizan diluciones decimales, por lo que existe presencia molecular. Vamos a entrar a analizar el mecanismo de acción de estos remedios. En el momento que uno de estos preparados es administrado en el organismo, el sistema inmunitario podrá reaccionar según la naturaleza de los componentes que a veces podrán ser tóxicos y se encuentran en plantas, minerales, o antígenos provenientes de venenos de animales, es decir, estamos dando al organismo microdosis de sustancias potencialmente peligrosas donde no se alcanzan las concentraciones adecuadas para producir daño en el organismo, pero en cambio, son capaces de promover una respuesta inmunitaria con el fin de reparar la matriz extracelular. Los estudios científicos iniciales fueron realizados por el Profesor Wagner en 1994 siendo Director del Departamento de Farmacología de la Universidad de Munich y confirmaron que cuando damos estas sustancias así diluidas se activa la fagocitosis, y aumenta la respuesta inmune.
Cuando ingresa en el organismo un medicamento homeopático de segunda generación, los componentes del remedio fraccionan sus proteínas constituyentes, conformando cadenas de 5 a 15 aminoácidos; estas cadenas de aminoácidos son transportadas a la superficie de la célula por el complejo mayor de histocompatibilidad y se expresan en su superficie como epítopos o motivos proteicos. Esto hace que al dar estos remedios en microdosis no produzca un efecto inmunogénico.
Estos epítopos que aparecen en la célula presentadora de antígenos van a ser robados por los linfocitos inmaduros Th0 que circulan por la zona, se acercan a las células presentadoras de antígenos y usan sus receptores para establecer contacto con el epitopo presentado, desencadenando así una señal que induce la transformación de linfocito Th0 en célula T regulador. Hasta el año de 1996, la ciencia médica solamente conocía los linfocitos Th1 productores de inflamación aguda y los linfocitos Th2 causantes de inflamación crónica, pero el profesor H. Weiner de la Universidad de Harvard, descubre que cuando se dan muy bajas dosis de antígenos, aparecía un linfocito diferente que el inicialmente lo llamó linfocito Th3. Hoy día se denomina linfocito T regulador. Entonces, mientras que el linfocito Th1 produce inflamación aguda, el linfocito Th2 produce inflamación crónica y el linfocito Th3 los frena.
En aquel momento se descubrió que la microdosis de los remedios homeopáticos, lo que hacían era estimular los mecanismos de regulación y por tanto y según esta concepción inmunológica, no se necesitaría dar un medicamento antiinflamatorio, sino un modulador de la inflamación; un remedio que nos permita controlar al linfocito Th1 y al Th2, pero no suprimir la inflamación como cuando damos un fármaco químico, ya que cuando se suprime la inflamación y las toxinas persisten en la matriz extracelular, la inflamación al cabo de un tiempo volverá a aparecer ya que la inflamación es la respuesta natural del organismo frente a cualquier homotoxina.
El profesor H. Heine y el inmunólogo M. Schmolz publicaron en prestigiosas revistas científicas, cómo los extractos presentes en los medicamentos homeopáticos tenían la propiedad de generar lo que se denomina como la “Inmunological bystander reaction”, es decir, una reacción de control y de regulación; entonces por primera vez, en el campo de la medicina, nos encontramos con remedios moduladores de la inflamación y no con antiinflamatorios.
En resumen: cuando damos un medicamento homeopático, este pasa a través de las mucosas y va a ser fagocitado por los macrófagos, estos macrófagos van a tomar los componentes del remedio que pueden ser de tipo vegetal, mineral, biológico o de cualquier otra naturaleza y llegan a las células presentadoras de antígenos como la célula dendrítica de la matriz, dentro de la célula dendrítica se van a fraccionar en cadenas de 5 a 15 aminoácidos y van a ser presentados a través del llamado complejo mayor de histocompatibilidad a nivel de la superficie de la célula presentadora de antígenos y se expresan en su superficie como epítopos.
Entonces este epítopo así presentado y esta célula así activada atrae a los linfocitos Th0 también llamados linfocitos inmaduros. Estos linfocitos inmaduros roban ese epítopo y se transforman en los llamados linfocitos T reguladores.
Estos linfocitos T reguladores viajan hacia el ganglio linfático más cercano en un proceso que se denomina “homing”. Una vez llega al ganglio linfático, el linfocito T regulador inducido por el estímulo farmacológico del remedio, comienza a replicarse en múltiples clones que se transportan a través del sistema linfático hacia el torrente sanguíneo. De esta manera, son atraídos por las quimiocinas que se producen durante el proceso inflamatorio ya que todo tejido lesionado genera quimiocinas y factores de complemento que atraen a los linfocitos T reguladores a través de un proceso llamado “quimiotaxis”. Cuando llegan al sitio de la lesión, estas células reguladoras liberan citoquinas tolerogénicas que modulan la actividad de los linfocitos proinflamatorios tipo Th1 y Th2 provocando una reducción de la expresión de sus citoquinas proinflamatorias. Este mecanismo regula la respuesta inflamatoria y regula el proceso homotóxico gracias a la contribución inherente del medicamento biorregulador.
A este proceso se le denomina “Mecanismo de Asistencia Inmunológico”, y la base de esta transformación, es el hecho de que los componentes presentes en los medicamentos homeopáticos están dados en microdosis, por que se pudo demostrar a través de la investigación que sólo las dosis bajas de antígenos al ser controladas por células presentadoras de antígenos profesionales, podían ser mostrados a los linfocitos inmaduros de alta sensibilidad, los cuales se iban a transformar en linfocitos Th3 ó T reguladores y que la dosis que lograba esta reacción era del orden de 20 microgramos, siendo la dosis promedio donde se encuentran los remedios homeopáticos de segunda generación.
Finalmente, se halló que las sesquiterpenlactonas, un grupo de moléculas que se encuentran solamente en las plantas medicinales, se detectó una como la helenalina, que está en el Arnica Montana, un remedio conocido desde Aulus Cornelius Celsus en la época romana ya que era el medicamento de uso por los gladiadores para los traumas y las inflamaciones. Pues resulta que la helenalina tiene una actividad moduladora de la inflamación en el orden de los picomoles y se descubrió que la helenalina se une de manera covalente a la subunidad P50 y P65 del factor nuclear kappa beta impidiendo que se pueda activar.
Estamos demostrando a través de estos mecanismos de control inmunitario documentados científicamente que los remedios homeopáticos son capaces de producir la inhibición de las citoquinas proinflamatorias.
El mantenimiento de la tolerancia inmunológica, base fundamental de lo que podíamos considerar como el “estar saludable”, es un complicado proceso que incluye mecanismos inmunológicos centrales y periféricos.
Este mecanismo se logra por la inducción de citoquinas moduladoras producidas por células Th3 reguladoras, que generan la tolerancia.
Los medicamentos homeopáticos de segunda generación resultan una solución excelente para el desencadenamiento de la asistencia inmunológica, que nos permitirá recuperar la tolerancia inmunológica, al presentar a las APC (células presentadoras de antígenos), bajas dosis de elementos tóxicos en una variada diversidad, y siempre dependiendo de la situación patológica concreta.
Hahnemann, partiendo del uso de sustancias muy tóxicas en la farmacopea de su época (arsenicum, plumbum, aurum, etc.), propuso, que se deberían atenuar mediante diluciones y potenciaciones sucesivas, con el fin de eliminar su carácter tóxico y mantener su carácter estimulador. Para ello creó las diluciones y potenciaciones en decimales y centesimales, que garantizaban la dosificación exacta de la sustancia administrada.
Investigaciones inmunológicas modernas han confirmado dicha propuesta. Estudios a “doble ciego” randomizados en artritis reumatoide, mostraron en muchos pacientes una mejoría en la enfermedad, después de la administración oral de colágeno tipo II, pero únicamente dosis muy bajas de colágeno tipo II, de aproximadamente 20 mgr/día, produjeron mejoría a nivel articular. Por el contrario, estudios realizados con dosis altas (1-10 mgrs/Kg/día), no reportaron resultados significativos comparados con el grupo placebo, lo cual corrobora la importancia de la utilización de dosis bajas en los medicamentos homeopáticos, como clave fundamental para la recuperación de la tolerancia inmunológica, mediante los mecanismos de asistencia inmunológica.
Encontramos los antecedentes a esta medicina en la genial visión y los brillantes aportes de Samuel Hahnemann, al que consideramos el padre de la inmunoterapia a muy bajas dosis (es decir, la Homeopatía).
Los trabajos iniciados en 1995 en la Universidad de Harvard por el profesor H. Weiner, demostraron que cuando se administra al organismo un factor antigénico a dosis bajas y ultra bajas (desde 1×10 elevado a -4, hasta 1×10 elevado a -23) se produce una modificación en la respuesta inmunitaria del paciente, fenómeno que el profesor Harmut Heine en Alemania denominó “Reacción de Asistencia Inmunológica”, y que permite entender el mecanismo farmacodinámico de los medicamentos preparados siguiendo el método homeopático determinado por Hahnemann hace más de 200 años.
Texto extraído de los libros: “Los Caminos de la Salud”, “Toxinas Zero”, “La Cara Oculta de la Celulitis” del Dr. Cidón Madrigal. Editorial La Salud Naturalmente.
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