Estamos hartos de que nos digan que para adelgazar hay que comer mucha fruta. Sabemos que tienen un número de calorías muy bajo, por lo cual son ideales para no engordar, pero aparte de esta propiedad tan conocida no sabemos mucho más de ellas.
Pues bien, la importancia de las mismas reside en que son fuente primordial de proteínas, al igual que las carnes, los vegetales y los productos lácteos.
Las proteínas son sustancias orgánicas esenciales para la vida de todos los seres vivos, y es por eso que sus células están compuestas en gran medida por ellas. Están formadas principalmente por aminoácidos, responsables totalmente de su valor nutritivo, aunque también tienen ácidos grasos, azufre y fósforo.
Las funciones de las proteínas son variadas. Entre todas ellas podemos destacar las siguientes: contribuyen a la formación y reparación de los tejidos de los animales, constituyen el núcleo de las células, son sustancias básicas para el proceso alimenticio, pues gracias a ellas se forman los anticuerpos (que nos defienden de las enfermedades) y se mantiene el equilibrio de los líquidos en el cuerpo, Además actúan como catalizadores, activando ciertas reacciones químicas gracias a las cuales se transforman alimentos en energía o se utilizan para crecer.
Como ya hemos mencionado antes, las proteínas se encuentran en las frutas, vegetales, lácteos y carnes, pero son las proteínas de las frutas las de mayor calidad. Las de las carnes y vegetales, por ejemplo, contienen purinas que pueden cristalizar algunas sustancias como el ácido úrico y algunos productos tóxicos, y acabar desarrollando problemas de reuma y otras enfermedades relacionadas con el ácido úrico. Aunque muchos especialistas recomiendan no tomar carne, ésta no tiene porque ser dañina si se toma con mesura, siendo beneficiosa para obtener proteínas.
El consumo de fruta diariamente es básico no solo para obtener un buen aspecto externo, perdiendo kilos y no engordando, sino también para conseguir uno interno mucho más saludable.
El azúcar blanco o sacarosa es un producto químico puro, formado por moléculas de sacarosa (glucosa + fructosa). Se obtiene extrayendo primero el jugo de la caña de azúcar o de la remolacha y desechando la parte sólida y la fibra. Entonces el jugo se filtra, purifica, concentra y reduce haciéndolo hervir hasta que el jarabe cristaliza. En las diversas etapas de este proceso de refinación industrial se usan, a modo de agentes purificadores, sustancias como dióxido de azufre, cal, dióxido de carbono, huesos de buey carbonizados y bicarbonato de calcio. Tras este proceso queda una sustancia concentrada, pura, aislada y separada de los minerales, oligoelementos, vitaminas, fibra… El contenido en azúcar de la remolacha es de un 15%, de manera que para hacer una comparación, deberíamos comer más de kilo y medio de remolachas para igualar al azúcar consumido en 250 gramos de chocolate (la mayoría del cual es azúcar).
Atendiendo a la clasificación Yin/Yang de los alimentos según la Medicina Tradicional China, el azúcar estaría en el extremo Yin, en el extremo de los alimentos expansivos, es decir, alimentos enfriadores porque dispersan el calor, alimentos que expanden los tejidos volviéndolos mas laxos y débiles y que reducen la facilidad para la contracción muscular. Pero atendiendo a las Leyes Universales estos alimentos expansivos, si son extremos, como el azúcar y si se consumen en gran cantidad podrían también producir los efectos contrarios, es decir, la contracción, la rigidez, la dureza, la perdida de la elasticidad. Todo esto trae consigo una alteración de la energía corporal y afecta preferentemente a nuestros órganos huecos como el estómago, intestino grueso, etc. Ese carácter expansivo también favorece que tras su ingestión excesiva nos sintamos dispersos, deprimidos y sin energías.
Otra característica del azúcar es que se trata de un elemento acidificante del organismo, es decir, que tras su digestión y metabolización deja residuos ácidos (agua + ácido carbónico) debido a la ausencia de sales minerales en su composición. Estos residuos ácidos exigen al organismo una neutralización que llevara a cabo a costa de nuestras reservas minerales de los huesos.
Encontrándonos en este terreno ácido notaremos entre otros síntomas: falta de energía, sensación de fatiga, estaremos más predispuestos a resfriados y a infecciones en general, así como a padecer enfermedades como osteoporosis, caries, piel seca y agrietada, calambres y espasmos musculares, insomnio, mayor propensión al dolor, entre otros síntomas.
A todo este estado de acidificación contribuye el consumo diario de azúcares refinados que no solo lo ingerimos al echarle azúcar a la leche formando un verdadero cóctel insaluble, sino que esta presente en muchos de los alimentos que nuestra sociedad occidental consume (galletas, refrescos, comidas envasadas, panes de molde, pasteles, bollería, embutidos, conservas, chocolate, cereales para el desayuno, yogures, salsas, zumos, etc.). Esto hace que muchas personas consuman cantidades excesivas de azúcar sin ser concientes de ello y con total desconocimiento de sus peligros.
Texto extraído del libro: “Azúcar: dulce veneno” Escrito por el Dr. Cidón Madrigal (curriculum y acreditaciones). El Dr. Cidón ha escrito 17 libros. Es Doctor en Medicina y Cirugía. También es Doctor en Ciencias Biológicas.
Otros fragmentos de este mismo libro se pueden encontrar en:
Los innumerables efectos tóxicos producidos por los agentes químicos como aditivos, pesticidas y demás contaminantes podrían llegar a ser poco comparables a los producidos por el azúcar blanco debido a la cantidad que se consume.
El azúcar es muy adictivo. William Dufty escribe en su libro “Sugar blues” que la diferencia entre la adicción al azúcar y a los narcóticos es en gran parte una diferencia de grados.
Dos reacciones del “consumidor” de azúcar lo clasifican entre las sustancias adictivas: a) tomar una cantidad pequeña (un caramelo, un trozo de tarta) genera el deseo de mas azúcar; algunas personas no pueden parar una vez que comienzan, y b) abstenerse totalmente de azúcar produce “mono”, un síndrome de abstinencia que puede durar de tres días a tres semanas con terribles deseos, cansancio, depresión, laxitud, frecuentes cambios de humor, posibles dolores de cabeza.
Cuando uno se decide a abandonar alimentos como la leche o el azúcar el organismo entra en lo que podríamos llamar una “crisis de depuración” que ira en función del grado de saturación que se tenga de esa sustancia. Para el caso del azúcar podremos sentir durante algunos días diversos síntomas como: fatiga, irritabilidad, depresión, falta de fuerza, apatía, taquicardias y palpitaciones, insomnio, malestar general, dolor de cabeza, grandes deseos de azúcar, etc. Ante estos síntomas podemos comer alguna fruta en compota o bien madura, aumentar la cantidad de cereales integrales en la dieta, dar paseos, ejercicios respiratorios, beber agua, dormir lo suficiente.
Texto extraído del libro: “Azúcar: dulce veneno” Escrito por el Dr. Cidón Madrigal (curriculum y acreditaciones). El Dr. Cidón ha escrito 17 libros. Es Doctor en Medicina y Cirugía. También es Doctor en Ciencias Biológicas.
Otros fragmentos de este mismo libro se pueden encontrar en:
La Nutrición Celular, es la parte de la medicina dedicada a la rehabilitación celular, o dicho de otra forma al restablecimiento de la salud y prevención de enfermedades a través de la regulación de las alteraciones bioquímicas que aparecen en el organismo. Este objetivo se consigue a través del uso de elementos naturales, como vitaminas, minerales, oligoelementos, aminoácidos, coenzimas… los cuales van a permitir un reequilibrio bioquímico para mejorar nuestra salud y calidad de vida.
Los protocolos de nutrientes intravenosos no solamente están elaborados para corregir déficit de nutrientes, si no que también están diseñados para restablecer equilibrios intra/extracelulares, y aportar los nutrientes específicos para las diversas enfermedades que padece el paciente.
Rihana, Madonna, Cheryl Cole y otros muchos famosos confiesan recurrir a este tipo de tratamientos para recuperar energía y mejorar su aspecto físico.
La vía intravenosa evita los problemas de absorción de los comprimidos y los nutrientes, llegan más rápido y en cantidades adecuadas a los tejidos.
Los protocolos de nutrientes intravenosos deben de elegirse y administrarse según necesidades específicas del paciente, es decir teniendo en cuenta la individualidad bioquímica de cada paciente y de los resultados de los análisis del mineralograma intracelular.
El análisis se realiza gracias a la avanzada tecnología de la Espectrofotometría. A través de un método revolucionario para medir en tiempo real los metales pesados, oligoelementos y minerales que el paciente tiene.
Los protocolos intravenosos ayudan a la:
Salvo lo incómodo que puede resultar estar con una vía colocada en el brazo, la vía intravenosa no tiene efectos secundarios. El exceso de vitaminas y antioxidantes que se administran, se puede eliminar a través de la orina.
La terapia intravenosa de nutrientes se puede realizar 2 veces a la semana, una vez a la semana, una vez cada 15 días o mensualmente, siempre dependerá de la patología y respuesta del paciente, de hecho podría un paciente estar poniéndose sueros continuamente.
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