El creciente interés que la sociedad tiene por la belleza y la delgadez se ha unido actualmente al que ya existía por la prevención de enfermedades mediante la alimentación, convirtiéndose ambos en un importante caldo de cultivo para todo tipo de mitos y creencias sobre ciertos alimentos comunes en nuestra dieta. En su afán por perder peso, cualquier persona que sufra obesidad o simplemente unos kilos de más, seguirá a “raja tabla” esta serie de erróneos principios que no tienen ninguna base empírica, y que muchos se ven favorecidos por los intereses de firmas comerciales, que se aprovechan del desconocimiento general para obtener el fin económico:
Estos son algunos falsos mitos, pero existen muchos más, por eso es tan importante el asesoramiento de un buen profesional en dietética y nutrición cuando se quiere adelgazar.
Tan sólo un pequeño porcentaje de casos de obesidad es debido a causas genéticas. En la mayoría de los casos, ésta es debida a malos hábitos en la alimentación y a una falta de ejercicio físico.
Sí que es cierto que cuando en tu familia hay personas obesas, tienes más probabilidad de sufrir también esta enfermedad, pero no solo por causas genéticas, sino porque existirán unos hábitos incorrectos de alimentación, que ya habrás introducido de la forma más natural y normal en tu vida.
Si a esto le sumas el desconocimiento acerca de la importancia de realizar algún tipo de ejercicio, estás casi irremediablemente, abocado a sufrir obesidad.
Hombres y mujeres engordan de manera diferente, por lo que podemos distinguir dos tipos de gordura: androide y ginoide, que están relacionadas con las hormonas masculinas y femeninas.
– En la obesidad androide, coloquialmente conocida como tipo manzana, la grasa se acumula en el abdomen, estando el resto del cuerpo delgado. Es la que sufren los hombres, y las mujeres cuando empiezan a entrar en la menopausia.
– Los que sufren obesidad ginoide, o tipo pera, tienen una concentración de grasa en caderas y muslos, que forman las famosas pistoleras y la celulitis.
Determinar el tipo de obesidad que cada persona posee es tiene mucha importancia porque cada una de ellas conlleva unos problemas diferentes.
El caso de obesidad androide, la más común en hombres, puede producir aumento del colesterol y de triglicéridos, diabetes e hipertensión arterial, mientras que la ginoide provoca una mayor propensión a la insuficiencia venosa y a los cálculos de vesícula biliar.
Si quieres determinar el tipo de obesidad que tienes basta con que tengas una cinta métrica y te midas la cintura, a la altura del ombligo, y la cadera; y dividas ambas medidas. Si el resultado es mayor de 0,9 tu obesidad es de tipo androide o manzana, y si es menor, entonces tendrás cuerpo de pera y padecerás obesidad ginoide.
¿Cuántas veces habremos escuchado aquello de: “Estoy engordando porque me ha cambiado el metabolismo”? Esta afirmación, ¿es una más de las leyendas que existen sobre el sobrepeso o de verdad tiene una base verdadera?
La palabra metabolismo significa transformación o evolución. De forma algo más científica podemos definir el metabolismo como el conjunto de reacciones químicas que tienen lugar a nivel celular en los organismos, con la finalidad de obtener e intercambiar materia y energía con el medio ambiente. Estas reacciones son las responsables de que se produzcan correctamente procesos como la digestión de los alimentos, la eliminación de los productos de deshecho, la regulación de la temperatura corporal,…
Al hablar de metabolismo tenemos que diferenciar entre dos procesos metabólicos opuestos que se complementan, formando las rutas metabólicas: anabolismo o metabolismo constructivo y catabolismo o metabolismo degradativo.
El primero de ellos agrupa todas aquellas reacciones responsables del crecimiento de nuevas células y de la conservación de los tejidos, mientras que el segundo se encarga de generar la energía necesaria para poder llevar a cabo las actividades físicas, regular la temperatura del cuerpo y la degradación de moléculas complejas (lípidos, proteínas,..) y sustancias sencillas (ácido láctico o el dióxido de carbono).
La existencia de un equilibrio entre unas reacciones y otras, es la responsable de la pérdida o el aumento de peso. Así por ejemplo, cuando las reacciones anabólicas superan a las catabólicas, se aumenta de peso; mientras que si sucede lo contrario se pierde.
Cuando una persona, con una alimentación normal, es capaz de mantener su peso corporal, es que ambos procesos están equilibrados: se ha alcanzado el equilibrio dinámico.
Para que el metabolismo actúe correctamente es necesario la presencia de las enzimas, cada una de las cuales tiene una función dentro del mismo. Son proteínas que catalizan o aceleran reacciones químicas, y que cuando faltan provocan una acumulación excesiva de aquella sustancia que debían sintetizar.
Si queremos perder peso, obtendremos mejores resultados corrigiendo cualquier desarreglo que exista en el funcionamiento del metabolismo, aportando las enzimas necesarias en las cantidades ideales, en lugar de reducir la ingesta de calorías de una dieta moderada. Estas dietas son efectivas solo a corto plazo, pues lo que se consigue es que el metabolismo vaya más lento, con lo cual gasta menos. Además contamos con el riesgo de que éste se canse, con lo cual a la larga será mucho más complicado perder o mantener el peso.
La grasa es un problema común que afecta a muchas mujeres y, aunque al final, el efecto de su aparición en todas ellas se traduce en una misma situación: tener un físico que no gusta y que se quiere cambiar, no existe un único remedio infalible para todos los casos puesto que esta grasa no se localiza de la misma manera. Conocer nuestro cuerpo y las zonas conflictivas del mismo desde bien joven nos permitirá evitar estas acumulaciones de grasa. La solución no solo es someternos a tratamientos una vez ha aparecido el problema, sino prevenirlo por medio de dietas adecuadas: – Cuando no hay ningún punto en concreto en el que se acumula la grasa, sino que existe una gordura generalizada, la dieta más adecuada es aquella que contiene todos los nutrientes pero con un aporte de calorías mucho menor del que se consume. Se recomienda tomar verduras, legumbres, frutas, cereales, carnes y pescados no grasos, así como beber abundante líquido. Todos estos alimentos deberán distribuirse en un desayuno muy abundante, una comida ligera y una cena muy ligera. A media mañana y a media tarde se puede elegir entre tomar un yogur, queso fresco, fruta, zumo de tomate, o pavo con 0% de grasa…– En el caso de mujeres que tienen los hombros y el tórax más estrechos que las caderas y los muslos (mujer pera), encuentran su enemigo principal en las grasas y los azúcares refinados, por lo que se aconseja no tomar alimentos que los contengan, así como evitar todos aquellos que tienen un gran índice glucémico (miel, frutos secos, plátanos,…). Lo que sí se recomienda es tomar abundantes lácteos desnatados, frutas, verduras y hortalizas bajas en hidratos y ricas en fibra, así como pescados. Todos ellos distribuidos en 5 comidas al día, con cenas ligeras. La fruta y los lácteos desnatados con un extra de fibra en la merienda y a media mañana complementarán la dieta.– Si eres muy delgada, una dieta variada y calórica, pero no a base de grasas, te ayudará. No vale con comer de todo y en cantidad, porque de esta manera en lugar de solucionar el problema lo podemos empeorar. Se recomienda comer de todo pero con moderación (hidratos de carbono, proteínas, verduras y hortalizas de todo tipo, lácteos y derivados, fruta y grasas). Hacer 5 comidas al día, con un desayuno y comida abundantes, así como tomar más hidratos en la cena: pasta, arroz, patata,….y 1,5 litros de agua al día.– La mujer manzana se caracteriza por tener una distribución corporal similar a la del hombre. En este caso, como el problema principal es el almacenamiento de grasa en el abdomen hay que evitar las grasas y seleccionar bien los hidratos de carbono que se toman. Los pescados blancos, legumbres, cereales integrales, frutas ricas en fibra, café e infusiones son algunos de nuestros aliados. Igualmente distribuidos en 5 o 6 comidas al día.
Hoy en día, cada vez son más las personas que desean adelgazar de forma sana y saludable. Debido a la demanda, ha proliferado la creación de centros de adelgazamiento express que prometen rápidos resultados con dietas milagrosas y poco esfuerzo por parte del cliente. Adelgazar a base de ampollas, pastillas y jarabes, combinado con dietas hipocalóricas pobres en hidratos de carbono, es el marketing que están imponiendo este tipo de centros. El resultado es en muchos casos, una rápida disminución de peso gracias al consumo de estos productos, que además tan solo se pueden obtener en este tipo de establecimientos, y por tanto, a un elevado coste. El secreto del éxito, casi en la mayor parte de los casos, consiste en atacar el problema eliminando la retención de líquidos a base de productos diuréticos. La estrategia más eficaz y más sana se aleja mucho de ésta, ya que consistiría en atacar las grasas acumuladas y corregir los malos hábitos alimenticios, los cuales son el verdadero origen de los problemas de obesidad. Muchos de estos locales no cuentan con la supervisión de un médico nutricionista que estudie individualmente cada caso, en su lugar, los empleados suplen esta figura atendiendo a los clientes con tan solo algunas nociones sobre nutrición. Las dietas supuestamente individualizadas, son en realidad idénticas para todos los clientes. Siempre se imponen las mismas, la de la alcachofa, papaya, piña, apio y cebolla…, y se deben seguir durante un determinado período de tiempo (1 semana-15 días). Estos centros de adelgazamiento express obtienen la mayor parte de sus beneficios vendiendo sus productos complementarios para una dieta adecuada. Se trata de productos naturales que sacian el apetito, controlan la ansiedad y ayudan a la eliminación de líquidos. El consumo de estos productos tiene sin duda su lado malo, nos referimos al efecto rebote que provoca en el organismo una vez dejan de ser usados: todo el peso corporal que se ha perdido se recupera casi de manera inmediata tras dejar un tratamiento a base de estos productos. Además, en este tipo de centros no aconsejan la práctica del ejercicio físico al principio de las dietas, pues de esta manera se come menos al no realizar ningún desgaste corporal. Un buen centro de adelgazamiento te recomendarán siempre ejercicio físico paralelamente, para evitar la flacidez y la aparición de celulitis. De no ser así, un tratamiento adelgazante no será exitoso.
Prácticamente todo el mundo sabe que el origen de la obesidad es un cúmulo de factores: genéticos, educacionales, hábitos de vida sedentarios y dietéticos inadecuados, problemas psicológicos,… Cuando se trata de la obesidad severa o mórbida, el problema se agrava y todos estos factores negativos se convierten en una gran montaña que es prácticamente imposible de escalar, pues aunque se logre perder peso, existe un fenómeno poco conocido a través del cuál el máximo grado de obesidad o peso máximo alcanzado queda grabado en la memoria biológica del paciente de tal manera que, cuando se pierde peso el organismo tiende a recuperar ese peso máximo de todas las maneras posibles. Cada individuo nace con unos genes determinados, que se van desarrollando de una manera o de otra a medida que éste va creciendo, en función de las situaciones que deba afrontar la persona. Estos genes dirigen nuestras vidas, y pueden llegar a obligarnos a realizar cosas en contra de nuestros deseos. Pero negarnos a este sometimiento no es tan difícil como parece, pues desde que somos pequeños debemos superar ciertos impulsos biológicos, al tener que adaptarnos a la vida en sociedad. Por ejemplo: hay que superar el impulso de huir de la disciplina y del esfuerzo. Con el tema de la obesidad ocurre igual. El paciente que quiera superar el problema debe comenzar haciéndose una propuesta muy importante, determinar exactamente lo que quiere conseguir y saber cuánto de su esfuerzo va a invertir para ello. Una vez el individuo comienza el reto y lo va alimentando cada día se puede decir que ha conseguido casi lo más difícil. Hay que tener claro por tanto, que para acabar con este tremendo problema, no solo se puede recurrir a la cirugía (reducción de estómago,…), que es una opción tal vez demasiado drástica, sino que hay que tener una fuerte voluntad y seguir una serie de directrices básicas: buscar la ayuda de especialistas en estos grados de obesidad; cambiar los hábitos de vida, andando más y dejando de lado la pereza; alimentarse adecuadamente y realizar ejercicio físico (es recomendable el ejercicio fundamentalmente aeróbico y repetitivo de movimientos muy sencillos para evitar posibles lesiones. Estos ejercicios pueden ir variando a medida que se va perdiendo peso). Si con todo esto, aún no se consigue bajar de peso, se puede recurrir a técnicas no quirúrgicas como el balón intragástrico, que ayuda además a cambiar algunos hábitos. Por último, no se debe olvidar que perder peso es fácil, que lo verdaderamente difícil es mantenerlo, pero que esto no es imposible. Lo único que se necesita es dedicación y esfuerzo diario. Y por supuesto, la mano de especialistas que nos orienten.
El término de alimento funcional aplicado a todos los alimentos, aunque no es incorrecto, sí que puede llevar a confusión en el consumidor. Todos los alimentos son funcionales, pues todos cumplen una función determinada, sin embargo el término alimento funcional como tal debe quedar reservado solamente para ciertos alimentos a los que se les añade un determinado nutriente, componente o sustancia que produce en el organismo un efecto positivo para la salud distinto o complementario al que el alimento en sí produce. Aunque en los tiempos en los que vivimos, son muchos los alimentos que aparecen en el mercado con el calificativo de funcional, éstos han existido siempre pues estas sustancias o ingredientes funcionales se encuentran presentes también en los alimentos tradicionales, por lo que si la dieta que se está llevando a cabo es equilibrada no es necesario tomar estos productos que surgen ahora como una novedad. Para que la función de estos alimentos sea eficaz es necesario ser consumidos diariamente, de forma continuada y en cantidad suficiente. Estos tres requisitos son muy difíciles de seguir en la vida actual, pues la variedad de alimentos que existe es tan amplia que es prácticamente imposible mantener una alimentación basada en los mismos tipos de alimentos, tomados de forma periódica. Aunque estos alimentos no curan enfermedades, sí que aportan enormes beneficios para la salud, pues reducen los riesgos que ciertas condiciones provocan sobre la misma. Entre los componentes funcionales más frecuentes encontramos los “ácidos grasos omega 3”, presentes en las margarinas y las leches, el calcio que aparece en un elevado contenido en las leches extras en calcio o, los alimentos probióticos a los que se les añade bifidobacterias y lactobacillus, los cuales eliminan los gérmenes patógenos del intestino, manteniendo la buena salud del mismo. En cualquiera de estos casos, hay que tener cuidado con los productos que incluimos en nuestra alimentación pues aunque muchos vienen etiquetados como funcionales y con grandes beneficios para la salud, muchas veces no reúnen tales características, por eso, son necesarias exhaustivas investigaciones científicas que pongan de manifiesto las propiedades saludables de estos elementos.
Gracias a los alimentos, nuestro cuerpo obtiene la energía necesaria para vivir, sin embargo, en muchas ocasiones, se tiende a comer por aburrimiento o por capricho. Se come sin tener ganas.
Comer de una forma equilibrada significa, saber exactamente lo que comemos y en qué cantidades. De esta manera los alimentos cumplirán eficazmente su función. Todos los alimentos, independientemente de la forma en la que se presenten llevan una serie de componentes gracias a los cuales nuestro organismo va a poder desarrollar una serie de funciones vitales básicas: aportar la energía necesaria a las células y servir como materia prima para que los tejidos y demás órganos del cuerpo se desarrollen. Una alimentación equilibrada, y por tanto saludable, debe estar compuesta por 7 elementos básicos: vitaminas, minerales, fibra, proteínas, grasas, carbohidratos y agua. El organismo es sabio, y se vale de dos herramientas para asegurarse que no se ingiera más cantidad de comida de la necesaria: sentir hambre y estar saciado. Muchas veces no hacemos caso a estas señales, y seguimos comiendo, lo cual deriva en sobrepeso u obesidad.Es necesario comer lo justo y necesario, pues no por comer más estamos mejor alimentados. De hecho se pueden desarrollar algunas enfermedades crónicas: hipertensión, colesterol,… Modificando algunos de nuestros hábitos e implantando otros más saludables, conseguiremos alimentarnos de una forma adecuada, que no nos lleve a coger más peso del necesario. – Es aconsejable comer de tres a cinco veces al día.– No olvidar nunca el desayuno.– Es necesario planificar diariamente nuestras comidas, y teniendo en cuenta esta planificación hacer la compra, evitando aquellos alimentos que pueden tentarnos en casa.– Sustituir ciertos alimentos, como las golosinas y los chocolates, por otros más sanos, como frutas o yogures. Siguiendo estos pocos consejos, realizar ejercicio de forma regular y olvidarse de pasar tanto tiempo en el sofá, es lo único que necesitamos para vivir de una forma más correcta.
Hay muchos tipos de terapias alternativas y naturales dentro del campo de la medicina alternativa o medicina natural. Algunas de ellas son psicológicas, otras terapias alternativas están especializadas en tratar la depresión. Hoy hablaré de la mestoterapia homeopática.
La mesoterapia en sus orígenes, solo contaba con la ayuda de medicamentos alopáticos y estaba principalmente relacionada con tratamientos de medicina estética, pero a día de hoy y gracias a la evolución y desarrollo de la homeopatía se ha incorporado una nueva forma de mesoterapia a través de productos naturales homeopáticos, los cuales ofrecen nuevas ventajas sin efectos secundarios y totalmente tolerables por el organismo. Entre las principales ventajas que ofrecen los productos homeopáticos cabe destacar la perfecta compatibilidad que existe entre ellos, permitiendo mezclar dichos productos entre sí para de esta manera atajar varias patologías dentro de un mismo tratamiento. Por ejemplo, cuando existen al mismo tiempo problemas celulíticos y patologías circulatorias. A menudo, es frecuente caer en el error de tratar problemas celulíticos, únicamente con productos lipolíticos, cuando en realidad existen alternativas homeopáticas altamente efectivas.Para resolver estos problemas de celulitis acompañada de componente graso se pueden mezclar diferentes productos para atacar por un lado la celulitis y por otro el problema de tipo lipolítico. Existen también productos homeopáticos que pueden ayudarnos a combatir cualquier tipo de obesidad (tanto localizada como general), actuando sobre los acúmulos grasos y la adiposis.
En procesos de antiflaccidez la mesoterapia homeopática es realmente efectiva. Para casos de celulitis con flaccidez y acúmulos de grasa, por medio de los preparados se consigue estimular y activar el funcionamiento muscular, incrementando el índice de masa muscular. Si además se acompaña de ejercicio físico los resultados son espectaculares.
En cuanto al número de sesiones necesarias, es imposible decir un número determinado ya que en cada caso influye la intensidad del proceso, las características del paciente y por ejemplo, en casos de obesidad, del volumen graso a tratar. Eso si, suelen ser necesarias sesiones esporádicas al finalizar cualquier tratamiento.
Espero que os hayan gustado estas terapias alternativas.
Los aditivos son sustancias que se añaden a los alimentos con la finalidad de aumentar su conservación, mejorar su aspecto y potenciar su color o su sabor. Aunque muchas veces esto puede resultar favorable, en la mayoría de los casos tan solo sirve para convertir un alimento de baja calidad en un producto que tenga buena pinta y pueda resultar más apetecible. La mayoría de los alimentos que consumimos tienen en su composición una gran cantidad de aditivos. No hay más que mirar la etiqueta que aparece en ellos para observarlo. Aunque las leyes en cuanto al etiquetado de los alimentos varía de unos países a otros, en todos es obligatorio que detallen el uso de estos aditivos. Éstos, a veces, aparecen en las etiquetas especificados con su nombre y otras con un número. Las autoridades sanitarias someten a un control muy exhaustivo a los aditivos, de tal manera que se asegure la inocuidad de los mismos. Esta inocuidad está relacionada más con la cantidad máxima de estas sustancias que se pueden utilizar en los alimentos, que a la propia naturaleza del producto.Este control actualmente es básico, ya que cada vez se añaden a los alimentos más aditivos y en mayor concentración, lo cual llega a provocar en algunas personas síntomas como dolores de cabeza o alergias. Como el tema de los aditivos preocupa cada vez más a la gente, y además existen más alergias alimentarias empiezan a aparecer en el mercado una mayor cantidad de productos que no llevan ningún tipo de aditivo en su composición y que se añaden a los que por ley no pueden llevar ninguno (leche, arroz, cereales, aceite vegetal virgen, agua mineral y de manantial, legumbres, café en polvo,…) Estos aditivos alimentarios pueden ser de varios tipos en función de su origen: naturales (de fuentes minerales, vegetales, animales) o artificiales. Aunque pueda parecer que los de origen natural son más inocuos que los artificiales no tiene porqué ocurrir siempre así. De hecho, existe una lista de aditivos “seguros” que se utilizan para alimentos, tanto de origen natural como artificial, que ha ido variando desde que se empezó a controlar la seguridad de los mismos. Es una lista que está en continuo cambio pues como todavía no está del todo demostrada la inocuidad de los aditivos en general, las autoridades encargadas de su control siguen pidiendo a los consumidores que avisen de cualquier reacción negativa que pueda darse con el consumo de productos con aditivos, para estudiarlos e incluirlos o excluirlos de la misma.
Las carnes son uno de los productos constituyentes de la alimentación del ser humano que más controversia genera entre gran parte del público especializado (nutricionistas, dietistas,…) y no especializado. El abuso en el consumo de las carnes, especialmente las rojas, puede llegar a provocar problemas graves para la salud, debido a que a través de ellas se ingieren sustancias que en un contenido elevado pueden ser nocivas para el cuerpo y alterar su correcto comportamiento. Sustancias que en cantidades moderadas sería beneficiosas se convierten en un gran peligro para aquellos individuos que no pueden evitar comer carne en exceso. El caso más conocido es el colesterol, que regula algunas funciones en el organismo a nivel celular, pero que en cantidades elevadas provoca una subida de la tensión arterial (hipertensión), así como paros cardíacos o acumulaciones de grasa que pueden llegar a taponar las venas. El ácido úrico, que de forma positiva favorece la movilidad y el desplazamiento del cuerpo es otro ejemplo, pues puede generar dolor que incapacite e incluso producir gota debido a que este producto se concentra en las articulaciones y terminan por inflamarse. También la forma en la que las carnes se preparan aumenta los factores de riesgo: cocer y dorar al fuego de forma directa (ya sea en carbón o leña) puede producir productos cancerígenos que provocan tumores en el intestino grueso, delgado y estómago. Todo esto unido a que, normalmente, el asiduo de las carnes práctica otra serie de conductas nocivas para la salud, como la toma de alcohol, tabaco, falta de ejercicio o una escasa diversidad de alimentos en su dieta, hacen que se convierta en una bomba de relojería. Aunque el consumo de carnes, cuando es excesiva, es mala, no es recomendable erradicar del todo su consumo porque aporta nutrientes esenciales para el cuerpo: vitamina B12 (que previene la anemia y favorece la formación de la hemoglobina), proteínas (aportan aminoácidos básicos para la formación de los músculos, piel, sangre y órganos) y minerales como el Zn, Ca y Fe. Una alimentación saludable, por tanto, debe contener una gran variedad de nutrientes diferentes, entre ellos la carne, que pueda proporcionar al organismo humano todas las sustancias nutritivas que necesita. Cualquier problema o duda sobre la alimentación correcta a seguir, en cuanto a los alimentos básicos que deban estar presentes así como las cantidades en las que éstos deben ser tomados, debe ser aclarada por un médico nutricionista.
Muchas veces, cuando una persona está tratando de adelgazar no obtiene los resultados que espera, ni siquiera habiendo puesto todos los medios que tiene a su alcance para conseguirlo. Sin saberlo, puede que tenga intolerancia a uno o varios alimentos, los cuales son la causa de no lograr reducir el sobrepeso.
Erradicar el problema y encontrar la solución es muy sencillo, basta con someterse a un test de intolerancia alimentaria que nos permita descubrir qué alimentos nos están perjudicando y eliminarlos así de nuestra dieta de forma inmediata. El test se usa cada vez más frecuentemente, sobre todo, cuando los tratamientos a los que se someten las personas que quieren adelgazar, fracasan continuamente.
Aplicando el test y erradicando de la dieta los alimentos perjudiciales se consiguen óptimos resultados. Por ejemplo, en pacientes con retención de líquidos se han logrado increíbles resultados de pérdida de peso al descubrir que presentaban intolerancias alimenticias; al igual que les ocurría a pacientes que llevaban una dieta moderada y aún así no lograban adelgazar, ya que algún tipo de alimento lo impedía. Otro caso que se observa muy a menudo es el de personas que se someten a dietas hipocalóricas, y que a pesar de ello pierden poco peso y/o volumen. Tan solo cuando se les retira de su ingesta los alimentos que por el test de intolerancia son positivos, comienzan a acelerar el proceso de adelgazamiento. De todos estos casos se deduce que es un método altamente efectivo, pues es aplicable a una gran diversidad de casos de sobrepeso.
Antes del primer mes el paciente empieza a notar mejorías, debiendo mantener esta limitación alimenticia al menos 2 meses, para de nuevo seguir los consejos de su médico.
Las clínicas más avanzadas están apostando por este nuevo método anti-adelgazamiento, que está cosechando grandes éxitos entre sus pacientes. Pero para ello,…es importante acudir a una buena clínica especializada en tratamientos de obesidad y sobrepeso.
La obesidad infantil es, sin duda, una de las enfermedades que más está creciendo en la actualidad, tanto en nuestro país como en el resto de los países desarrollados. La causa principal de que se produzca obesidad en un menor es, en la mayoría de los casos, los malos hábitos alimenticios que éste haya adquirido. Estos hábitos suelen ser el excesivo agrado por alimentos ricos en grasas y el rechazo de alimentos nutritivos como las frutas o las verduras. Por otra parte, el sedentarismo también favorece en gran medida la aparición de la obesidad en los más jóvenes. Horas frente a la televisión, el ordenador o jugando a los videojuegos restan el tiempo necesario para practicar ejercicio físico y gastar los excesos de calorías del cuerpo. De lo que se trata, por tanto, es de reeducar los malos hábitos, modificar la conducta alimentaria y motivar al niño para que pierda el peso y no lo vuelva a recuperar. Es una tarea que requiere mucha constancia y no será tan fácil como para el caso de un adulto que seguramente tendrá más motivación y más fuerza de voluntad para conseguirlo. A estas edades no es aconsejable hacer dietas, que reduzcan el consumo de calorías, sin control médico. Es imprescindible para tratar de una forma eficaz la obesidad de un niño la ayuda de un centro de adelgazamiento especializado, pues se requieren tanto dietas adecuadas como apoyo psicológico. Además es peligroso hacerlo sin ayuda profesional porque en esta etapa de la vida llevar una dieta inadecuada pueda causar alteraciones metabólicas, de crecimiento o de desarrollo en el niño. El médico especialista tendrá en cuenta las características particulares de cada paciente y creará una dieta personalizada y equilibrada. Además de la ayuda externa es importante el apoyo de los padres en la vida diaria, ya que su ejemplo a la hora de comer de una forma saludable ayudará al niño a recuperar el peso ideal. La prevención de la obesidad en niños y adolescentes es muy importante, ya que podemos evitar la aparición de enfermedades como diabetes, problemas cardiovasculares o hipertensión, entre otros.
Son muchas las dietas de este tipo que podemos encontrar en revistas, programas de televisión, internet, o transmitidas de boca en boca por familiares, amigos y conocidos. A veces, la obsesión por perder peso nos lleva a seguir dietas que pueden llegar a ser peligrosas para la salud, pues aseguran una rápida pérdida de kilos en poco tiempo. Esta pérdida de peso solo es temporal, pues una vez se deja de seguir cualquiera de ellas, se recupera igual de rápido todo lo perdido ya que con estas dietas disociadas y restrictivas se pierden minerales, proteínas y líquidos, y no grasas, que es realmente lo que hay que perder si se quiere mantener el peso deseado. Seguir estas dietas durante un tiempo prolongado provoca en el organismo un déficit de los nutrientes necesarios para que el cuerpo funcione correctamente, de tal manera, que se puede llegar a sufrir insomnio, anemia, envejecimiento prematuro, desequilibrios hormonales, mal funcionamiento de los riñones, problemas de estómago, desarreglos de la alimentación y un largo etcétera de ellos. Es muy importante no dejarse llevar por estas dietas “milagrosas” y entender que el objetivo de seguir una dieta no es solamente perder aquellos kilos que nos sobran, sino cambiar nuestros hábitos alimenticios y aprender a comer para que no recuperemos el peso perdido y además logremos no ser víctimas de ciertas enfermedades relacionadas con los problemas de sobrepeso: hipertensión, problemas respiratorios, cardiovasculares,… En ocasiones, estas dietas también se combinan con productos que se publicitan con efectos adelgazantes, rápidamente visibles: cremas, infusiones, cápsulas,… Éstos pueden resultar peligrosos para la salud si no se toman bajo el control médico adecuado. En la mayor parte de las ocasiones solo sirven para perder dinero, y no kilos. Adelgazar, por tanto, es un proceso gradual e individual, que tiene que llevarse a cabo con la ayuda del especialista, el cual determinará el origen del sobrepeso y planificará una dieta específica para cada paciente, además de establecer la cantidad máxima de kilos que puedan perderse de forma saludable a la semana (nunca más de 1).
La ansiedad relacionada con la alimentación es un estado de nervios que hace su aparición en ciertos momentos del día y que nos obliga a comer en exceso sin tener hambre. La ansiedad está provocada por muchos factores: aburrimiento, estrés,… La vida de cualquier persona está regida por emociones buenas o malas, y suelen ser las malas las que más influencia tienen en nosotros. Cada persona tiene una forma de dirigir estas emociones lo cual se traduce en una manera de conducirse y comportarse ante ellas. Seguir una alimentación saludable y equilibrada o una dieta para perder peso muchas veces nos resulta imposible pues es imposible dominar las emociones que nos provocan ansiedad. Existe una relación muy fuerte entre las emociones y el peso. A veces tener sobrepeso nos lleva a padecer ansiedad, así como tener ansiedad puede originar también un aumento del peso corporal. El comedor emocional es aquél individuo que come más entre horas que en las comidas, y que encuentra consuelo en el alimento (sobre todo alimentos adictivos, como el chocolate, que producen placer cuando se comen, pero después de comerlos te sientes mal y vuelves a buscar comida). Esto es un problema, pues de forma consciente o inconsciente tienden a buscar en los alimentos la solución a los problemas que les generan ansiedad.Si eres un comedor emocional responderás que sí a cada una de estas preguntas: ¿comes sin tener hambre?, ¿cuándo comes un alimento que te gusta lo haces sin control?, ¿después de comer abundantemente tienes remordimientos?, ¿utilizas la comida como refugio cuando estás triste, enfadada,…?. Darse cuenta uno mismo de si se come por hambre o por ansiedad es el primer paso para solucionar el problema.Si después de analizar tu comportamiento descubres que es el de un comedor emocional, pon solución. ¿Cómo?. Llenando la nevera de alimentos sanos, como fruta, verduras, leche, yogures,… y evitando las tentaciones de chocolates, fritos y alimentos altos en calorías, saliendo a caminar, llamando por teléfono a un amigo o leyendo. Es fundamental aprender a controlar las emociones, para que no nos dominen, sobre todo cuando nuestra salud está en juego.
Aunque adelgazar hay que entenderlo como un proceso, que si se realiza correctamente, es realmente positivo y que puede cambiar para mejor la vida de quien se pone a ello, para la mayoría de las personas supone un verdadero sacrificio y a veces un peligro grave para la salud.
Las ganas por perder kilos hace que muchas personas sigan dietas que prometen un gran éxito en muy poco tiempo, y que no mencionan los inconvenientes que provoca adoptar esos hábitos durante un tiempo prolongado.
Se trata de dietas hipocalóricas principalmente, aunque también las hay disociadas, monotónas (desengrasantes) o cetogénicas.
Con ellas se priva al organismo de nutrientes esenciales para el funcionamiento del mismo, consiguiendo la pérdida de agua, masa ósea, muscular y muy poca grasa, con lo que a la larga son totalmente ineficaces.
Se caracterizan por consumir muchas proteínas y grasas y pocos hidratos de carbono. El no tomar hidratos de carbono genera la producción en grandes cantidades de acetona, la cual produce náuseas, vómitos y falta de apetito. Esta inapetencia es la que provoca perder peso. La acetona además provoca mal aliento.
Con este tipo de dietas se pierde la misma cantidad de grasa que con una hipocalórica normal. Provoca el aumento del colesterol y el ácido úrico, disminuye el contenido de fibra lo cual produce estreñimiento. Disminuye también el de agua, magnesio, potasio, calcio, y no se aporta vitamina B, C y E.
Es la que más adeptos tiene porque con ella no es necesario estar pendiente de la cantidad de alimento que se puede tomar. La base de estas dietas es no mezclar proteínas con carbohidratos, ya que tanto uno como otro deben metabolizarse en diferentes medios: las proteínas en medio ácido y los carbohidratos en uno alcalino. La dieta funciona porque es hipocalórica, ya que se limita el consumo de grasas, azúcar, dulces, pan, frutos secos,…
También llamadas desengrasantes. Son dietas muy repetitivas que aportan pocos nutrientes, por lo que no es conveniente que se sigan durante mucho tiempo. Son dietas hipocalóricas también, que suprimen las proteínas y en la que predominan los hidratos de carbono de las frutas y las verduras. Con estas dietas se pierde agua y proteínas. Pueden utilizarse para desintoxicar el organismo, pero no es recomendable utilizarlas durante más de 3 o 4 días.
Si buscamos la palabra obesidad en cualquier diccionario, nos encontraremos con una sencilla definición: exceso de grasa en el cuerpo. Tan sencillo y tan simple como esto. Sin embargo, para el sujeto que la sufre es algo más que una simple acumulación de grasa que le afecta estéticamente. Es un grave problema de salud que puede llegar a acortar la esperanza de vida (hasta el 50%, en comparación con personas no obesas de la misma edad y sexo); aumentar el porcentaje de probabilidad de padecer algún tipo de cáncer y llevar asociado un gran número de patologías (hipertensión arterial, diabetes, artrosis, problemas respiratorios, varices, enfermedades cardíacas,…) En general, el individuo que sufre sobrepeso y en mayor medida obesidad, tiene una calidad de vida mucho más limitada que el resto: va a tener más problemas de salud y más conflictos en sus relaciones sociales y familiares.
Desde un mínimo sobrepeso hasta llegar a los casos extremos de obesidad mórbida, existen diferentes grados de obesidad. Para medirlo se utiliza el Índice de Masa Corporal o IMC, que clasifica la obesidad en 8 clases: normal (IMC<25), sobrepeso grado I (IMC 25-27), sobrepeso grado II (IMC 27-30), obesidad moderada (IMC 30-35), obesidad severa (IMC 35-40), obesidad mórbida (IMC 40-50), super-obesidad (IMC 50-60) y super-super obesidad (IMC>60)
Saber el índice de masa corporal es importante para conocer el nivel de sobrepeso en el que se encuentra el paciente, y comenzar un tratamiento que se ajuste al caso concreto. Existen muchos tratamientos que nos ayudan a corregir el problema, desde dietas y ejercicio; pasando por la acupuntura y los métodos no quirúrgicos (balón intragástrico); hasta llegar a los más agresivos, los métodos quirúrgicos, para casos muy extremos con índices de masa corporal superiores al 40%.
No todos los tratamientos son aptos para cualquier paciente. Por ejemplo, para los casos de obesidad mórbida, donde los métodos quirúrgicos parecen ser la única solución, algunos pacientes pueden presentar contraindicaciones para la cirugía, por lo que se puede recurrir a otros métodos, que dan buenos resultados, como el balón intragástrico.
Un estudio intensivo previo que englobe el estudio de los antecedentes familiares y personales; la determinación del IMC, análisis de sangre; radiografías; ecografías abdominales; estudios respiratorios, del metabolismo y de la composición corporal (impedancia bioeléctrica) y por último la valoración psicológica, ayudan a elaborar el tratamiento más aconsejable.
En España aparecieron por primera vez en los años 80, acompañando a una moda que estaba empezando a establecerse entre gran parte de la sociedad, y que actualmente está en pleno auge: el cuidado del cuerpo. La aparición de este tipo de alimentos se convirtió tanto aquí en España, como fuera de nuestro país, en un gran descubrimiento para todo aquél que se planteaba la necesidad de adelgazar. Se trata de alimentos que tienen un bajo valor calórico, debido a que tienen un contenido de glúcidos, grasas y de sodio reducido. Con la palabra light que en inglés significa ligero, se está indicando que ese producto ha reducido por lo menos su valor energético un 30% con respecto al producto de referencia. Cualquiera al que se le pregunte sobre ellos, sabe lo que son, sin embargo existen muchas creencias erróneas acerca de ellos. No se trata de alimentos milagrosos, ni son alimentos con los que se adelgaza o con los que no se engorda absolutamente nada. De hecho, debido a que se han puesto de moda, muchas marcas de alimentos lanzan al mercado productos con la etiqueta de light cuando en realidad no lo son, llegando incluso a tener igual o más calorías que los de referencia. También pueden llegar a incrementar el apetito, ya que engañan al cerebro, debido a que éste asimila que se ha tomado alimento pero al no contener calorías provoca la aparición de la sensación de hambre. El consumo de estos productos, no se puede decir que sea ni bueno ni malo, únicamente antes de comprar un producto de este tipo es necesario leer bien la etiqueta, con el fin de comprobar que realmente se trata de productos de valor calórico reducido. Debido a que veces resulta muy difícil traducir el significado de las etiquetas, puede ser aconsejable acudir a un especialista en nutrición y dietética que nos oriente acerca de su consumo, así como de los hábitos alimenticios más correctos. De todas maneras, la opción más correcta para perder kilos sigue siendo, sin lugar a duda, combinar una alimentación sana y saludable con la práctica regular de algún tipo de ejercicio físico.
Estamos hartos de que nos digan que para adelgazar hay que comer mucha fruta. Sabemos que tienen un número de calorías muy bajo, por lo cual son ideales para no engordar, pero aparte de esta propiedad tan conocida no sabemos mucho más de ellas.
Pues bien, la importancia de las mismas reside en que son fuente primordial de proteínas, al igual que las carnes, los vegetales y los productos lácteos.
Las proteínas son sustancias orgánicas esenciales para la vida de todos los seres vivos, y es por eso que sus células están compuestas en gran medida por ellas. Están formadas principalmente por aminoácidos, responsables totalmente de su valor nutritivo, aunque también tienen ácidos grasos, azufre y fósforo.
Las funciones de las proteínas son variadas. Entre todas ellas podemos destacar las siguientes: contribuyen a la formación y reparación de los tejidos de los animales, constituyen el núcleo de las células, son sustancias básicas para el proceso alimenticio, pues gracias a ellas se forman los anticuerpos (que nos defienden de las enfermedades) y se mantiene el equilibrio de los líquidos en el cuerpo, Además actúan como catalizadores, activando ciertas reacciones químicas gracias a las cuales se transforman alimentos en energía o se utilizan para crecer.
Como ya hemos mencionado antes, las proteínas se encuentran en las frutas, vegetales, lácteos y carnes, pero son las proteínas de las frutas las de mayor calidad. Las de las carnes y vegetales, por ejemplo, contienen purinas que pueden cristalizar algunas sustancias como el ácido úrico y algunos productos tóxicos, y acabar desarrollando problemas de reuma y otras enfermedades relacionadas con el ácido úrico. Aunque muchos especialistas recomiendan no tomar carne, ésta no tiene porque ser dañina si se toma con mesura, siendo beneficiosa para obtener proteínas.
El consumo de fruta diariamente es básico no solo para obtener un buen aspecto externo, perdiendo kilos y no engordando, sino también para conseguir uno interno mucho más saludable.
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