La Terapia Neural es una técnica que se basa en el principio de acción y reacción. Mediante la aplicación de ciertos anestésicos locales en puntos concretos del cuerpo, se provee al organismo de los mecanismos necesarios para su autocuración, pues acaba encontrando su propio orden individual.

Estas sustancias (estímulos) en diluciones bajas y micro dosis, no llegan a producir un efecto anestésico sino terapéutico que se mantiene durante cierto tiempo,  y que tiene un efecto biorregulador  y global, aunque se aplique en un solo punto.

Las células para llevar a cabo sus funciones vitales y de intercambio con el medio que las rodea necesitan producir una determinada energía dependiendo del tipo de célula que sea. Éstas cuando funcionan correctamente son capaces de recargarse constantemente para seguir funcionando, sin embargo cuando existe algún campo interferente (cualquier infección, inflamación, cicatriz,…), están en una situación de tanto estrés que no son capaces de recargarse por sí solas por lo que quedan despolarizadas y consecuentemente las funciones vegetativas cesan, pues no hay aporte energético.

Estos anestésicos, como la procaína, actúan sobre las células dañadas, pasando a través de sus membranas (capas delgadas de grasa y proteínas que las rodean) aumentando el consumo de oxígeno, y proveyendo de nutrientes a la misma, de tal manera que la ayudan a renovar sus membranas. Al regenerarse estas membranas, las funciones celulares mejoran y los síntomas de la enfermedad empiezan a aliviarse. Lo que se ha conseguido es el desbloqueo energético de aquellas células que están en un estado de despolarización.

La Terapia Neural está cobrando muchísima importancia debido a que es aplicable  para tratar cualquier enfermedad: dolores agudos y crónicos; combatir los efectos de las inflamaciones; problemas circulatorios y de tensión muscular; enfermedades crónicas producidas por campos interferentes; y sobre todo las enfermedades del aparato locomotor, que son la especialidad de este tratamiento.