La nutrición celular se define como el abastecimiento de los nutrientes que las células del organismo necesitan para su funcionamiento óptimo. Con ello se alcanzaría la salud a través del equilibrio bioquímico de nutrientes. Se puede decir que es el “restablecimiento de la salud mediante la prevención de enfermedades”, al regular las alteraciones bioquímicas que van apareciendo en nuestro organismo. Se consigue mediante el uso racional de oligoelementos, vitaminas, minerales, aminoácidos, probióticos, coenzimas y ácidos grasos. Con ayuda de estas moléculas orgánicas naturales se logra un reequilibrio de la bioquímica del cuerpo hasta alcanzar una excelente salud.
La nutrición celular parte de la premisa de que toda enfermedad surge básicamente como consecuencia de una concentración inadecuada de moléculas en el organismo, tanto por exceso como por defecto. Normalizada la concentración de estos nutrientes celulares, la enfermedad desaparece y da paso a un estado óptimo de salud. Con la puesta en práctica de la nutrición celular se puede disminuir, en muchos casos, el suministro de fármacos de manera continuada, uno de los mayores problemas de la medicina actual.
Mediante la nutrición celular se tratan, se previenen y se controlan enfermedades de todo tipo, al utilizar distintos nutrientes y dosis según cada patología. Con ello se restauran las vías metabólicas que no estén funcionando adecuadamente, por falta de sustrato o por bloqueo enzimático. Cuando un proceso metabólico no funciona según su función, las reacciones bioquímicas dependientes del nutriente, también quedarán parcial o totalmente afectadas. Se creará así una cadena de disfunciones, que en algún punto de la cadena se detectarán como síntoma o como hallazgo clínico mediante un análisis. A través de estas señales se puede incidir nutricionalmente en infinidad de casos.
La nutrición celular, en sentido estricto, utiliza exclusivamente como agentes terapéuticos las moléculas que forman parte del organismo, es decir, las sustancias intrínsecas al mismo. ¿Por qué? La respuesta es simple: con su práctica se asegura que el riesgo de reacciones adversas o de efectos secundarios sea mínimo, al tratarse de compuestos que durante miles de millones de años han formado parte de nuestro sistema celular. El organismo dispone de sistemas enzimáticos específicos para metabolizarlas y excretarlas, con riesgo de acumulación o toxicidad mínimo. Se trata de moléculas que forman parte de la composición del propio organismo y no ajenas a éste, como si sucede con los fármacos de síntesis.
Existe una amplia evidencia de la influencia epigenética en la expresión genómica. Los alimentos son información que influye positiva o negativamente en nuestro genoma.
Los beneficios de la nutrición celular como terapia son evidentes. Se trata ante todo de nutrientes y no de drogas, con lo que el riesgo de iatrogenia se reduce notablemente. Este gran hallazgo ha permitido demostrar que una sustancia, integrada en nuestro organismo y en los alimentos que consumimos, puede tener efectos farmacológicos, y actuar tan rápida y eficazmente como un fármaco de síntesis, pero sin provocar los inconvenientes del mismo.
En el Tratado de Nutrición Celular se incluye igualmente una guía terapéutica nutricional para el tratamiento y prevención de la mayoría de las enfermedades.
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Última Actualización: 21/03/2023
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