Madrid. Susana Mayordomo
Para muchos, las vitaminas en pastillas forman ya parte de su dieta como si de un condimento más se tratara. La “vitaminomanía” presenta los complejos vitamínicos como la “panacea” contra todas las enfermedades y dolencias, con eslóganes que prometen desde efectos antienvejecimiento a fórmulas milagrosas para conseguir una “supermemoria”, o no padecer nunca cansancio. Sin embargo, los expertos aseguran que una alimentación equilibrada aporta las vitaminas necesarias sin tener que acudir a los comprimidos. Éstos, si se consumen sin indicación médica, no sólo resultan inútiles sino que pueden llegar a ser peligrosos.
Las vitaminas son sustancias sin valor energético propio pero indispensables para el desarrollo y buen funcionamiento del organismo. Intervienen en numerosas reacciones bioquímicas que transforman los alimentos en energía y son esenciales para el mantenimiento de toda una serie de funciones corporales y para la formación de nuevos tejidos.
La actuación de las vitaminas es, según el profesor Mariano Illera, catedrático de Fisiología Animal de la Universidad Complutense, similar a “un motor de combustión en el que funcionarían como bujías. Regulan nuestro metabolismo a través de sistemas enzimáticos, y la deficiencia de una sola vitamina puede poner en peligro a todo el organismo”.
El profesor Illera señala que “la denominación de las vitaminas se refiere, en un principio, al desconocimiento de su estructura química, por lo que no se les pudo asignar un nombre científico apropiado; por ello, la mayoría son denominadas por una letra del abecedario”.
Las vitaminas se pueden clasificar fundamentalmente en dos grandes grupos: vitaminas liposolubles (que se disuelven en las grasas), como las A, D, E, F y K, y vitaminas solubles en agua, entre las que están las del complejo vitamínico B, C y ácido pantoténico.
Cantidades adecuadas
El doctor José Luis Cidón Madrigal, especialista en Dietética y Nutrición, segura que “para mantener y mejorar la salud, la dieta debe contener todas esas vitaminas en la cantidad adecuada. Si alguna escasea ena el organismo, las reacciones que dependen de ella no podrán llevarse a cabo y aparecerán problemas de distintas consecuencias”.
Por tanto, los especialistas reiteran que las vitaminas deben tomarse en la cantidad adecuada, que no es otra que la que está presente en una dieta basada en una alimentación variada y lo suficientemente equilibrada.
Así, el doctor Cidón considera que “los alimentos deberán ser suficientes para la alimentación sin necesidad de aportes vitamínicos farmacológicos, dejando éstos para situaciones especiales y utilizándolos siempre bajo prescripción facultativa”.
Los especialistas indican que el consumo indiscriminado de suplementos vitamínicos puede tener nefastas consecuencias, ya que los riesgos ligados a un consumo excesivo de vitaminas han sido confirmado en diversos estudios. Las vitaminas A y D en dosis elevadas pueden ser tóxicas y otras vitaminas, consumidas en grandes cantidades, pueden dar lugar a la aparición de efectos secundarios. Además, las desagradables sensaciones de pesadez fatiga, apatía, rara vez son debidas a falta de vitaminas. La extendida costumbre de “prevenir” los enfriamientos, reumas o gripes a base de vitamina C no ha encontrado todavía ninguna prueba científica convincente y determinante que demuestre su eficacia.
Las principales fuentes de vitaminas para el organismo son los alimentos de origen vegetal y sus derivados. Así, las del complejo B las encontramos en carnes, huevos, quesos, cereales; la C en los cítricos; la A se encuentra en zanahorias, verduras, hígado, leche; la D en los derivados lácteos; la E en los cereales y la K en el tomate y las verduras.
El doctor José Luis Cidón advierte que “con frecuencia, cometemos algunos errores al “tratar” los alimentos porque reducimos su contenido vitamínico. El cuchillo debe manipularse con moderación, dado que la mayor parte de las vitaminas se encuentra en la parte exterior de los alimentos”.
Además, este especialista señala que “ciertas vitaminas se afectan y alteran en contacto con el aire y la luz, por lo que conviene no trocear en exceso las frutas y verduras. Tampoco es aconsejable utilizar mucho agua al cocer las mismas, pues habrá mayor pérdida de vitaminas, y lo que aconsejamos es utilizar luego esta agua de cocción para hacer sopas y caldos, pues en ocasiones es más rica en nutrientes que los propios vegetales cocidos”.
Según el doctor Cidón, “en las frutas y verduras comidas íntegramente, encontraremos las mejores vitaminas y en cantidades proporcionales a las necesidades del organismo. Es un hecho evidente que los vegetales son los principales productores de vitaminas y que el laboratorio nunca podrá igualar al producto natural porque, aunque lo sintetice, pierde la proporción adecuada a la salud y a la vida”.
Aporte “extra”
Sin embargo, hay casos muy concretos en los que la necesidad de vitaminas es superior a la media y puede estar justificado un aporte “extra” de vitaminas, siempre decidido por el médico. Se trata de aquellas personas que tienen ciertos hábitos o atraviesan determinadas etapas de la vida. Así, los niños, los adolescentes, las mujeres embarazadas o que amamantan a sus hijos, los ancianos, los seguidores de regímenes dietéticos, los fumadores y las personas que beben mucho alcohol, suelen tener necesidades vitamínicas mayores.
El doctor Henk van den Berg, del Instituto de Nutrición y Toxicología de los Países Bajos presentó un estudio en el que afirmaba que los órganos reproductores de la mujer aumentan de cinco a seis kilos de peso durante el embarazo, con el consiguiente incremento de sus necesidades de nutrientes.
Al analizar este trabajo, realizado en Utrecht entre setenta saludables mujeres embarazadas, el doctor Van den Berg y su equipo de especialistas encontraron que desde el cuarto mes de embarazo hasta el sexto mes después del nacimiento se producen grandes cambios en el metabolismo de la vitaminas y minerales de la madre. Durante varias etapas del embarazo es frecuente la disminución del nivel de vitaminas en la sangre debido a la adaptación fisiológica del organismo de la mujer durante el embarazo y la lactancia. El aumento de las necesidades nutricionales es sobre todo de vitaminas A, C, B1, B6, B12 y ácido fólico, así como en los minerales hierro y calcio, y requiere siempre una especial atención médica.
Las personas mayores presentan con frecuencia desequilibrios en sus hábitos alimentarios, a lo que añaden alteraciones de la capacidad intestinal para absorber las vitaminas. Por ello, en algunos casos necesitan tomar alimentos enriquecidos con vitaminas o bien suplementos vitamínicos, especialmente del grupo C y complejos de vitamina A.
Beber, fumar y la vitamina C
Los bebedores y fumadores disponen de menos cantidades de vitamina C que las personas que no tienen esos hábitos, ya que su organismo consume más rápidamente esta vitamina. Un fumador medio reduce el nivel de vitamina C alrededor de un 20 por 100; y si se trata de un gran fumador (veinte cigarrillos diarios o más), este nivel desciende hasta un 40%.
El alcohol tomado regularmente y en considerables cantidades interfiere y altera la absorción y utilización de ciertas vitaminas, como la C, B1, B6 y el ácido fólico. Además, las calorías derivadas de un consumo excesivo de alcohol son causa frecuente de pérdida de apetito lo que, unido a las pocas ganas de comer que acompañan al bebedor y por tanto la pequeña ingestión de alimentos que realiza al día, puede presentar con facilidad carencias vitamínicas importantes.
El seguimiento de un régimen dietético exige una especial atención a la relación entre los nutrientes que participan en él. Al eliminar ciertos alimentos de la dieta se puede trastornar fácilmente el equilibrio de vitaminas y minerales que necesita el organismo. En opinión de la mayoría de los expertos en Nutrición, con una dieta diaria de mil seiscientas calorías o menos es prácticamente imposible cubrir por completo las necesidades vitamínicas. Tomar suplementos de vitaminas, especialmente de vitaminas A, C y complejo B, es entonces necesario, sobre todo si se piensa seguir la dieta durante un período prolongado.
Por otra parte, cuando se consumen determinados medicamentos con regularidad pueden aparecer necesidades crecientes de vitaminas debido a la influencia de determinados fármacos en su asimilación. Es el caso de ciertos medicamentos para diabéticos (asimilación menor de la vitamina B12), de los antibióticos (B y K), de algunos tratamientos contra el cáncer (B10 y B11), del uso prolongado de laxantes y de algunos medicamentos antituberculosos y antiarrítmicos.
La enfermedad de los marineros
Madrid. S.M.
La importancia de las vitaminas es tal que puede decirse que cuando se descubrieron empezó una nueva era en la Medicina, sobre todo al conocerse y estudiarse las alteraciones que se pueden producir en el organismo cuando no están presentes en la forma y proporción adecuada, fenómeno conocido como avitaminosis.
Su gran trascendencia se hizo notar desde que en 1912 el químico alemán Casimiro Funk publicó el artículo “La etiología de las enfermedades por carencia”, donde por primera vez se habla de vitaminas para designar la sustancia necesaria para evitar la aparición del beriberi, una grave enfermedad en la que se detiene la respiración, producida por la falta de vitamina B.
Entre las enfermedades producidas por la carencia de una vitamina concreta están la xerftalmia, causada por la falta de vitamina A, el raquitismo, ocasionado por la falta de vitamina D, y el escorbuto que aparece por escasez de vitamina C.
El conocimiento de la vitamina C está muy relacionado con la historia de la enfermedad carencial más antigua del mundo, el escorbuto, aunque su relación científica con la vitamina C no se estableció hasta este siglo. Los brotes de escorbuto, que llegaron a constituir auténticas epidemias, comenzaron a estudiarse con detenimiento a partir dl Descubrimiento de América.
Durante las largas travesías, las tripulaciones de los barcos se alimentaban únicamente de alimentos en conserva, enharinados o en salazón, sin probar jamás frutas, verduras ni carnes frescas, lo que producía numerosas muertes y diezmaba la tripulación de las naves. En el viaje que realizó Vasco de Gama por el cabo de Buena Esperanza en 1497 murieron las dos terceras partes de sus hombres por escorbuto.
En los buques británicos el problema causó constantes bajas hasta que en 1747 un médico de la armada. El doctor Lind, recomendó que se embarcaran grandes cantidades de limones en los viajes largos y que los marineros los tomaran como medida preventiva de la enfermedad.
Cápsulas y píldoras para desayunar
Washington. P. Rodríguez
Se puede decir sin temor a exagerar que los norteamericanos, aunque irónicamente pasen por ser un desastre en lo referente a nutrición, son al mismo tiempo unos grandes adictos a las vitaminas, pero en cápsulas y pastillas, que diariamente se toman en el desayuno. Cada año el país gasta 4100 millones de dólares , unos 533.000 millones de pesetas, en suplementos dietéticos y vitamínicos. Casi la mitad de la población norteamericana, más de cien millones de personas, está dentro de este círculo de consumo vitaminado.
Con una demanda tan enorme y millonaria en recursos, los abusos y el fraude no han tardado en aparecer, y con la sucesión de “timos vitamínicos” la Administración Federal de Medicamentos y Alimentos vienen apuntando desde hace tiempo la necesidad de regular este sector y someterle a la mismas obligaciones y requisitos que tienen otros productos de consumo diario. La respuesta por parte de los consumidores, alentada en buena parte por los grandes intereses farmacéuticos en juego, ha sido alarmismo. El debate generado en Estados Unidos con la guerra de las vitaminas ha sido tan intenso que, en cierta manera, ha recordado a la polémica en curso sobre el consumo de tabaco.
Dado el peculiar sistema parlamentario de este país, el Congreso Federal se ha visto literalmente inundado por las protestas de honrados ciudadanos despavoridos ante la idea de una prohibición o regulación de sus suplementos vitamínicos. Los montones de criticas por escrito a los parlamentarios han superado otras cuestiones candentes como la reforma sanitaria, el crimen o el aborto. En estas presiones ha participado hasta el actor Mel Gibson con un anuncio. En el espacio comercial se ve al fotogénico australiano perseguido en Estados Unidos casi como un narcotraficante por el “mero delito” de tomarse cada día un suplemento vitamínico. El mensaje es resistir a la tentaciones “orwellianas” de crear un estado policiaco en torno a las pastillas de vitaminas.
Según la actual legislación conocida como “Enmienda Promire”, la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos no puede intervenir directamente en este mercado a menos que la seguridad del público esté en juego o se realicen promesas de beneficios médicos en los anuncios de estos productos. Los responsables federales están intentando desde el verano pasado terminar con lo que consideraban un peligroso limbo legal. El primer paso ha sido una nueva normativa en cuanto a etiquetado.
En el otro lado de la trinchera se encuentra el llamado Consejo para la Nutrición Responsable, que no es otra cosa que la asociación empresarial de fabricantes norteamericanos de vitaminas. Estos empresarios acusan a los reguladores federales de “cortar el flujo de información a los consumidores” con los estrictos requisitos del etiquetado. En un momento especialmente sensible, el Congreso norteamericano también tendrá que terciar en el futuro para encontrar una tregua en esta nueva guerra de las vitaminas.
Tabla 1. Vitaminas
Vitamina | Funciones | Fuentes alimenticias ricas en vitaminas |
A (retinol) | Esencial para el crecimiento normal, salud cutánea, ojos, dientes, encías y pelo. | Vegetales amarillos, hígado, huevos, leche, mantequilla y margarina. |
D | Antirraquítica. Ayuda a la asimilación del calcio y del fósforo. | Leche enriquecida, grano integral de cereales, yema de huevo, atún, salmón. |
E (tocoferol) | Ayuda a la formación y funcionamiento de los glóbulos rojos, músculos y otros tejidos. Favorece la excitación neuromuscular. | Aceites vegetales, grano integral de cereales, vegetales, nueces. |
C (ácido ascórbico) | Ayuda al buen mantenimiento de huesos, dientes y vasos sanguíneos. Importante en la formación del colágeno, proteínas que mantienen las estructuras corporales. Ayuda en la absorción del hierro. Participa en los mecanismos de autodefensa corporales. | Cítricos, patatas, brócoli, repollo, tomates. |
K | Necesaria para la coagulación de las sangre. | Vegetales verdes. |
B1 (tiamina) | Ayuda a obtener energía de los alimentos. Para el correcto funcionamiento del corazón y del sistema nervioso. | Cerdo, grano completo, cordero, carne de vaca, aves. |
B2 (riboflavina) | Necesaria para la salud de la piel. Ayuda a la liberación de energía de las células. | Leche, queso, carne, huevos, grano completo, vegetales verdes. |
Niacina (PP) | Ayuda al sistema nervioso. Involucrada en las reacciones celulares de síntesis de energía. | Carne, pescado, trigo, cereales integrales. |
B5 (ácido pantoténico) | Necesario para el metabolismo de proteínas y carbohidratos, y para la formación de ciertas hormonas. Funciones en la regeneración de tejidos. | Se encuentra en casi todos los alimentos. |
B6 (piridoxina) | Esencial para la adecuada utilización de proteínas. Ayuda a la formación de células rojas sanguíneas y el correcto funcionamiento del sistema nervioso. | Carne magra, vegetales verdes, grano de cereal completo, plátanos. |
B12 (cianocobalamina) | Ayuda a prevenir ciertas formas de anemia. Asiste en la formación de glóbulos rojos. | Carne, pescado, huevos, leche. |
Ácido fólico | Ayuda en la formación de células, especialmente de glóbulos rojos sanguíneos. Contribuye a mantener las funciones de tracto intestinal y a prevenir ciertas formas de anemia. | Vegetales verdes, frutas amarillas y vegetales. |
Biotina | Involucrada en la formación de ácidos grasos y la producción de energía. Esencial para muchos sistemas químicos del cuerpo. | Yema de huevo, vegetales verdes, leche |
Última Actualización: 21/03/2023
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